
El fenómeno droga se encuentra reflejado en otras circunstancias de la geopolítica económica norteamericana y asiática que atraviesa México. Así como en otros productos, México sirve de trampolín para el ingreso al mercado norteamericano. Es inevitable la fuerza gravitacional que ejercen los Estados Unidos sobre nuestro país, genera que diversos elementos se atomicen y centrifuguen hacia la Unión Americana. En México no existe la capacidad de consumo que se desarrolla en la economía norteamericana y, por ello, la mayor parte del comercio formal e informal radica en nuestro país en forma agazapada a la espera de introducirse en Estados Unidos. Los productores y ofertantes se asientan en México de forma empoderada y construyen las oportunidades para brincar al consumismo estadounidense.
Mientras en la Unión Americana no se regule la demanda y precio de los más diversos tipos de contrabando, la informalidad seguirá convirtiéndose en una atracción nuclear que hace insostenible la gobernabilidad en México. El gobierno de Donald Trump tiene que contribuir al desarrollo económico de la Cuarta Transformación para disminuir esa fuerza de atracción. Exigir al gobierno de la República Mexicana que detenga todo tipo de tráfico ilegal de los productos que afectan la economía del Imperio Yanqui, implica la consideración peregrina de que un colibrí puede apagar el incendio de un bosque. Donald Trump se ha contagiado del realismo mágico que distingue al surrealismo mexicano.
México no posee la estructura económica, militar y policiaca para detener los males que afectan a los Estados Unidos, esta es una tarea de Norteamérica y el gobierno de Claudia Sheinbaum, así como los propios actores del proceso, tendrían que explicárselo al consumidor estadounidense. El gobierno mexicano y los propios cárteles han abandonado la tarea de cabildear en el Congreso Norteamericano para insistir en la legalización y dejar que las leyes del mercado hagan su voluntad.
Como otros países que cumplen la tarea de convertirse en cabezas de playa del imperialismo yanqui y su geopolítica, México debe solicitar y estimular la llegada de recursos económicos del presupuesto norteamericano, así como del pentagonismo, para fortalecer las instituciones encargadas de las acciones que demanda el presidente Donald Trump. El gobierno de la Casa Blanca tiene que convencerse de la imposibilidad de México para ser un escudo fortaleza en el futuro inmediato, la corrupción que tanto se acusa del país representa un riesgo para que se agiten los Estados Unidos.
México puede cumplir las tareas encomendadas por Donald Trump si, en el corto plazo, el país cambia para asemejarse a Corea del Sur, Filipinas, España, Kuwait o República Sudafricana; en fin, ejemplos existen en una dimensión amplia. La distancia que separa a la República Mexicana de la posición que guardan los aliados norteamericanos, provoca la vecindad negativa que hiere los intereses estadounidenses. Sólo un auxilio semejante al que Estados Unidos proporcionó al Gral. Ávila Camacho en la Segunda Guerra Mundial provocará la alianza exitosa que busca Norteamérica; de lo contrario, como acaba de ocurrir en el mercado bursátil estadounidense, el fracaso advierte costos considerables. Incluso estas ayudas pueden fiscalizarse como el apoyo anticomunista recibido durante la Guerra Fría, así como otras asistencias que fueron certificadas por diversos organismos internacionales.