
Al amanecer ya se había formado una importante fila frente al Estadio Azteca. Ellos, junto con sus ansiosos padres, esperaban a que se abrieran las puertas del «Coloso de Santa Úrsula» para poder presentar el examen de admisión a la UNAM.
Si su futuro estaba en riesgo, no había forma de que evitaran tener el alma en un hilo.
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Competían por un lugar en la UNAM cuando jugaban en el Estadio Azteca
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Porque muchos de esos jóvenes habían escuchado desde niños la frase «la mejor casa de estudios del país», aprobar ese examen significaba unirse a una comunidad de 120 mil estudiantes felices.
Algunos de los siete mil estudiantes que se vieron obligados a repetir el examen, buscar otra forma de estudiar o dejar de estudiar por completo por no aprobar el examen, presumiblemente se sintieron humillados por ello.
El examen de admisión de Azteca UNAM realizado durante las décadas de 1970 y 1980
Durante las décadas de 1970 y 1980, la procesión de jóvenes comenzaba cada año a la misma hora: cuando se abrían las puertas del Estadio Azteca. Su intención era inscribirse en una preparatoria o en un programa del CCH (Colegio de Ciencias y Humanidades).
Antes de entrar al Estadio Azteca, cada aspirante recibía una firma de sus padres y las indicaciones para llegar a sus respectivas tribunas por parte de miembros del personal de la UNAM.
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Ansiedad y afán ante el examen en el Estadio Azteca
Después de pasar por el control de seguridad, se dirigieron rápida y tensamente por los pasillos hacia sus respectivas tribunas. Como para muchos era la primera vez que veían el templo del fútbol mexicano, les sorprendió lo enorme que era el estadio «Coloso».
En cuestión de minutos, el Azteca se llenó hasta los topes de niños extasiados, todos los cuales se vieron obligados a apretujarse en un solo banco para esquivar la fotocopiadora. Si 24 jugadores aquí en el estadio discuten el marcador con la cabeza y los pies cada fin de semana, cuarenta mil niños de aproximadamente la misma edad hicieron lo mismo con la cabeza y las manos.
Vértigo en el examen de ingreso a la UNAM en el Coloso de Santa Úrsula
«Cuando levanté la cara para ver al frente sentí vértigo, sentí que me iba a ir de nariz contra la cancha», escribe Pedro Mendoza en redes sociales. Mendoza hizo la prueba en 1978 en una de las gradas más altas. «Me concentré tan intensamente en la hoja del examen que cuando levanté la cara para ver al frente me sentí mareado», relata Mendoza.
El Estadio Azteca dejó de utilizarse para las pruebas de admisión de la UNAM después de la década de 1980.